martes, 24 de noviembre de 2015

Sexo salvaje


© La Loca del Coño
Tengo un dolor de cabeza horrible.  Anoche se me fue la mano con la ginebra pero es que necesitaba un poco de calor. Después de cenar me senté en el sofá con la intención, una peli o cualquier cosa que me ayudara a no pensar. Últimamente le doy mucho a la neurona. La Beni tiene la culpa de eso. Bueno y José Coronado. Desde que se me apareció mientras me comía aquel bocata de jamón serrano con tomate no he vuelto a ser la misma. Los dos me han dicho lo mismo: Que tengo que cambiar de vida y bueno… Ayer intenté dar el primer paso. 
Mientras estaba tapada con la manta se acercó Pepe, se sentó a mi lado, cogió el mando de la tele y puso el fútbol. Me quedé mirando fijamente la pantalla mientras veía cómo veintidós tíos sudorosos corrían detrás de un balón. Y oye… Una también tiene sus necesidades y se pone cachonda de vez en cuando. Así es que alargué la mano y empecé a acariciar a Pepe. Como resultado obtuve un gruñido pero como ni se inmutó pues seguí afanándome en la tarea. Poco a poco vi cómo el Levantito empezaba a ponerse cada vez más tenso. Sonreí para mis adentros. La cosa iba viento en popa. Me arrimé un poco más a él y seguí con el jueguecito que había empezado como si la vida me fuera en ello. Miré de reojo a mi marido y vi que empezaba a ponerse colorado. Qué maravilla. ¡Por fin íbamos a tener una noche de empotramiento! 
Me estaba viniendo arriba cuando su voz resonó en todo el salón. 
¿Quieres dejar quieto el mando a distancia de una puta vez?
¿Ahora lo llamas así? — respondí toda melosa y cachonda. 
¡Antonia, cada día estás más agilipollada! 
A continuación noté que se escapaba de entre mis dedos la parte de su cuerpo que tanto ansiaba.  Pepe puso el brazo por encima de la manta que nos cubría a los dos y me enseñó el trasto ese que sirve para cambiar los canales de la tele.  Un grito de espanto se escapó de mi garganta. ¿Desde cuándo no era capaz de diferenciar una polla, más en concreto la de mi marido,  de un aparato tecnológico? No dije nada y corrí en dirección a la cocina. Cogí la botella de ginebra y después me encerré en el váter. Bebí a morro un trago tras otro hasta vaciarla.  Después de un buen rato me sentía mucho mejor. Un poco mareada… Bueno, muy mareada pero llena de energía. Solo tenía una idea en la mente: Que Pepe me diera lo mío. Sin embargo no contaba con que tenía que bajar las dichosas escaleras con el pedo que llevaba, Pero nada iba a impedir que cumpliera mi misión. 
Cuando llegué al primer peldaño me agaché. Puse el culo en el borde y me deslicé como un trineo sobre la nieve. En realidad fui dándome una hostia tras otra contra las paredes y la barandilla pero logré superar el obstáculo. Me puse en pie con bastante dificultad y empecé a desprenderme del pijama de felpa. ¿Por qué siempre los bajos de los pantalones se enganchan en la punta de los dedos y provocan que te des de morros contra el suelo?  Tumbada sobre la alfombra detrás del sofá empecé a girar sobre mí misma en plan croqueta. Comprobé con ilusión que era mucho más fácil desnudarme en el suelo que de pie. Cuando no me quedaba ni una pieza de ropa encima intenté incorporarme pero todo me daba vueltas. Entonces urdí un plan brillante.  Me arrastraría por el suelo cual gacela acechando a su presa y saltaría sobre Pepe. Él me cogería entre sus musculados brazos y haríamos el amor hasta el amanecer. 
Empecé a reptar con la misma gracia con la que un hipopótamo poda un bonsái. El suelo también me daba vueltas. Aun así no cejé en mi empeño. Sonreí al ver el borde de la manta que cubría el sofá. Respiré hondo, cerré los ojos y usé toda mi energía para catapultarme sobre él. Un golpe seco en la boca me devolvió a la realidad. Acababa de comerme el respaldo del sofá. Traté de incorporarme sin éxito. Las piernas se me habían quedado encajadas. Una mirando pa Cuenca y la otra pa Mallorca. “¡Ay Dios mío!”pensé. ¿Cómo iba a salir de allí?
Toñi, hija. Lo tuyo no es normal. Esa obsesión que te ha entrado ahora por el yoga hay que consultarlo con el médico. 
Ni siquiera me molesté en responder porque habría reconocido la voz de mi madre hasta en el infierno. 
Si vas a dormir en el sofá abrígate y ponte en una postura más cómoda, mujer. Que así te va a dar un lumbago o  peor… ¡una hernia!
Lo siguiente que escuché fue la suela de cuero de sus zapatillas de invierno arrastrándose hacia su habitación. Después la casa se quedó en silencio. De Pepe… ni rastro. Como soy mujer de a grandes males grandes remedios me dediqué a impulsar el peso de mi cuerpo con los brazos. El comedor no dejaba de dar vueltas. Aun así conseguí volcar el sofá. Esta vez, como ya estaba preparada para el golpe, me cubrí los dientes con los labios. Después de la pasta que me he dejado en fundas nuevas no me las iba a partir por una gilipollez como esta. 
No sentía las piernas, por lo que subir las escaleras quedaba descartado. Pero tenía que llegar a mi dormitorio. Mi hijo Jordi llegaría de un momento a otro con alguno de sus colegas y no era plan de ofrecerles semejante entretenimiento. Entonces tuve otra idea genial. Reptaría escaleras arriba. Lo había visto mil veces en el cine. Cómo los soldados americanos se arrastraban por el suelo para ser más silenciosos. Me enfrenté al primer peldaño con decisión. Pero el muy jodido no se estaba quieto. Parpadeé varias veces hasta que logré centrar el objetivo. Poco a poco fui cargando con el peso de mi cuerpo hasta llegar al último escalón al borde del vómito y las ganas de morir. Con las últimas fuerzas que me quedaban me arrastré de nuevo al baño donde me aferré a la taza del váter casi con el último aliento de vida. Lo siguiente que recuerdo es la voz de Pepe diciendo: “¡Joder las mujeres cuando os encerráis en el váter sois un puto coñazo!”

jueves, 19 de noviembre de 2015

Ese otoño que rima con...





Seamos sinceras. Ya puedes utilizar las cremas más caras y eficaces del mercado, machacarte en el gimnasio y incluso recurrir a la cirugía. Pero hay una verdad universal A partir de los 40 las carnes se nos empiezan a descolgar y el cuerpo da las primeras señales de lo que nos espera. 
Con esto no me refiero a que, de la noche a la mañana, nos vayamos a encontrar con los pezones haciendo surcos en la arena de la playa. La cosa no funciona así. El deterioro es mucho más sibilino. 
Una mañana te levantas y al mirarte en el espejo descubres una arruguita en el cuello que antes no estaba ahí. Otro día descubres que tienes una manchita minúscula en el dorso de la mano. Así sucesivamente hasta que llega ese instante cruel, es momento para el que nadie te ha preparado nunca. Esas fugaces décimas de segundo en las que descubres que tienes canas. 
Pero no en la cabeza. De esas ya hace mucho tiempo que te ocupas. No. Las canas se han adueñado de tol centro de tu chichi como por arte de magia. Entonces te sientes como aquella niña que un día fuiste y que escuchaba embelesada eso de La primavera ha venido y nadie sabe cómo ha sido. 
Sí, querida amiga. Pero a ti no es precisamente esa estación del año la que te ha venido sino más bien el anuncio de un otoño que, aunque todavía lejano, ya empieza a rondarte. Y ahí estás tú sintiéndote joven, espléndida, vigorosa. Estás en esa etapa de la vida en la que te sientes más fuerte que nunca y  más segura. Sin embargo esos puñeteros pelos blancos en el centro de tu placer te delatan. 
Saltas del váter, corres hacia el armario de encima del lavabo, coges las tijeras y procedes a eliminar cualquier muestra de envejecimiento. No lo niegues. Tú también lo has hecho. Y sonríes satisfecha porque, al menos, has eliminado el mal visible de tu cuerpo. No hay nada que baje más la lívido que acercarse a un pubis con pelaje de dudosa reputación. 
A partir de ese instante te haces fan de las ingles brasileñas y hasta del chocho muñeca pero, en el fondo, sabes que las canas están ahí. Puedes sentirlas en tu interior....
Hoy he tomado una decisión Vivir con el felpudo como la tele en blanco y negro. Mi Pepe tiene la misma vista que un topo en un after. Ya estoy harta de andar con las chuchillas y los picores todas las semanas.  Que llevo más polvo de talco gastado en esto que en el culo de mi hijo mientras fue un bebé. 
Hoy saldré a la calle con la melena al viento y con la certeza de que sí... me hago mayor. ¡Pero qué bien me siento, coño!

miércoles, 18 de noviembre de 2015

La marca del zorro

©La loca del coño

No sabéis el bochorno que acabo de pasar. Resulta que me he ido con la Beni al Corte Inglés de Plaza Cataluña porque ella necesita ropa para ir a trabajar y me ha pedido que la acompañe. Como siempre voy con prisas pues antes de salir del mercado he ido al baño y me he aseado un poco. Siempre me pongo bragas limpias cuando termino de trabajar. Manías que tiene una, oye. 
Luego he salido a la calle y nos hemos ido las dos a pasar unas horitas juntas. 
Cuando hemos llegado a los grandes almacenes Beni ha empezado a probarse un montón de ropa que yo le aguantaba pacientemente en el probador. Y se ha empeñado en que yo también me pusiera encima algunos trapos nuevos. Total que con toda la emoción del momento me han entrado ganas de hacer pipi. 
He dejado a la Beni en el probador y yo me he ido directa al baño de señoras. Por suerte había aseo libre y allí que me he metido. Pero ayyyy señor... Al ir a quitarme las braguitas no podía¡¡¡¡ Un dolor insoportable, algo así como si me tiraran de todos los pelos al mismo tiempo me ha hecho detenerme en seco. Pasados unos segundos y con lagrimones en los ojos he repetido la operación con el mismo resultado.
¿Qué demonios estaba sucediendo? ¿ Por qué sentía ese dolor tan intenso en mis partes? Entonces he cerrado los ojos y me he dicho: "Antonia tú tira que lo que sea saldrás". He respirado hondo y para abajo que se ha ido mi ropa interior al tiempo que un dolor así como si me estuvieran cortando en siete partes se instalaba en mis zonas nobles. .
He empezado a llorar de dolor y de incomprensión ante lo que me estaba sucediendo. Y la cosa ha ido a peor cuando he abierto los ojos y he podido conocer la causa de semejante dolor: ¡¡Me había puesto el salva slip al revés y tenía la mitad de mi cuidado matojo pegado a la banda adhesiva del cacharro en cuestión¡¡ 
Años de cuidar y mimar el seto para que hoy, en tan solo unos segundos, se me halla ido al carajo. Escocida, dolorida y humillada he regresado al probador donde la Beni seguía enloquecida con los pingos. He intentado sentarme en el banco junto al espero pero, era tal el escozor en mis entretelas, que no he podido ni inclinarme siquiera. 
Como he visto que la Beni tenía aún pa un rato y mi cabeza solo hacía que pensar en cómo se me habría quedado el huerto después de la poda a la que me había sometido he vuelto a salir del probador. Esta vez he ido directa a la sección de maquillaje e higiene femenina donde me he agenciado un espejito de mano. Tenía que evaluar cuanto antes los daños que se habían producido. 
De nuevo en el baño me he vuelto a encerrar en el aseo. Me he liberado de la ropa interior, esta vez ya sin problemas. Con mano temblorosa he colocado el espejo entre mis muslos y.... ¡¡¡Ay Dios Mío!!!! ¡¡¡¡Tenía dibujada la marca del zorro ahí en todo el potorro.¡¡¡
No le he contado nada a la Beni quien ha salido del Corte Inglés cargada de bolsas pero no hago más que darle vueltas a una idea: ¿Qué va a pensar mi Pepe? Y aquí estoy en el patio de casa ensayando cualquier monólogo que sea creíble para explicarle al Levantito cuando decida arrimar cebolleta...

jueves, 12 de noviembre de 2015

Reflexiones de una escritora con sobredosis de cafeína





Tengo la sensación de dejar atrás una etapa de transición en mi vida. En apenas tres años he pasado de saber dónde pisaba, a no sentir el suelo bajo mis pies y a terminar más confundida que Narnia en el rodaje de Juego de Tronos. Al final las aguas fueron regresando a su cauce. Claro que ya era otro río y recorría territorio desconocido. Pero aun así seguía fluyendo que era lo importante.

Ayer una gran amiga me dijo que me admiraba porque me había reinventado y estaba consiguiendo grandes cosas. Tengo que confesar que me he pasado la noche despierta dándole vueltas a esa afirmación. He llegado a la conclusión de que una parte de razón tiene pero, al mismo tiempo, soy más yo que nunca. Siempre he sabido lo que quería pero ahora más. Nunca he tenido dudas sobre quién era pero ahora está cristalino. He aprendido a decir que sí y, en especial, a decir que no sin sentirme culpable por ello.

La Tierra Media y Mordor quedan atrás. No es que ahora me vaya a poner en plan unicornio vomitando arcoiris. Solo sé que, cuando no tienes nada que perder es que lo tienes todo por ganar.

Señoras, señores... Este es nuestro momento. ¡A por él!

miércoles, 4 de noviembre de 2015

"Bésame siempre " en La Sènia Radio

Hoy os traigo una estupenda entrevista que me han hecho los chicos de La Sènia Radio sobre "Bésame siempre", último volumen de la trilogía "Bésame". Hemos hablado de Marga, Óscar, David así como de algunos de los proyectos en los que estoy trabajando. Espero que lo disfrutéis!!

http://laseniaradio.cat/entrevista-raquel-estruch/