lunes, 24 de abril de 2017

Cansada del mal


Hay personas que nos joden la vida. Y no me refiero a esas con las que nos cruzamos en un momento puntal. Hablo más bien de aquellas a las que parecemos atraer en plan imán, a las que permitimos acceder a nuestro interior y quienes, una vez ahí, arrasan con todo como el amigo Atila. Cualquiera de nosotros podríamos escribir miles de palabras explicando diferentes experiencias con este tipo de seres a los que, personalmente, no les deseo nada malo. Pero para empezar me gustaría que les entraran unas cagaleras del demonio y tengan el váter más cercano a mil kilómetros.

Sin embargo, hoy no quiero escribir sobre estos personajacos, sino que me apetece reflexionar sobre la gente buena. Sí…haberla hayla. Como las meigas. Esos pequeños tesoros que hay que saber encontrar y, lo más complicado, ser capaces de conservar. Solemos estar rodeados por mediocres, cutres e hijos de puta en general. Eso es así. Otra cosa es que queramos echar mano del optimismo y del buen humor para levantarnos de la cama cada mañana. PERO, como decía Serrat “de vez en cuando la vida nos besa en la boca” y pone en nuestro camino a seres que, por una razón u otra son especiales, mágicos y lo más importante… Buenos.

En mi caso, mis pequeñas hadas madrinas están escondidas detrás de cada una de vosotras que me seguís, que bromeáis conmigo día a día, esas mujeres que me hacen sonreír con sus ocurrencias y sus anécdotas. Vosotras que inspiráis algunas de mis historias y a partir de las que creo algunos de mis diálogos. También estáis vosotros… Con los que reflexiono, me peleo y también me río a placer. Me siento afortunada por teneros.

Muchos me preguntáis qué me pasa en los últimos tiempos y, aunque no soy persona de dar explicaciones, os lo voy a contar. Estoy cansada del MAL. Sí, así con mayúsculas. Veo cosas que no me gustan, leo muchas que me espantan (y no porque sea de las que se limpia el chirri con papel de seda), veo caer hostias como panes a personas que ni se las ven venir, ni se las merecen…etc. Como eso ni va conmigo, ni me gusta, ni lo quiero cerca de mí pues me he dedicado a limpiarme el aura o, como decía un poeta que conocí, a lavarme el coral en el río. No estoy rara, ni enfadada, ni mucho menos triste. Simplemente tengo el acceso limitado a mi vida y a mi persona.  Bastante restringido, a decir verdad. Solo quiero gente que me sume, no que me reste. Personas en las que pueda confiar una tarde tomando un café y con las que no tenga que estar midiendo mis palabras, no vaya a ser que media hora después esté subida la conversación en cualquier muro de Facebook. En definitiva… Humanos sanos.

Si pertenecéis a ese género… BIENVENIDOS. Si no ya sabéis… Aire que vol dir vent 

3 comentarios :

  1. El MAL bien lejos, sí. Quedémonos con esa gente mágica ;)

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  2. Tú sé siempre tú, y los verdaderos amigos, te querrán por cómo eres, como sientes o como te muestras. Yo soy de las últimas en llegar y espero conservar tu amistad.Un abrazo.

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  3. Humanos buenos,humanos sanos! Aún hay y eso es maravilloso!
    De los otros,de los Mal,también hay lamentablemente.
    Es bueno hacer limpieza y alejarnos de aquellos seres que nos roban la paz y armonía.
    Vos sostiene una persona fantástica, me encantas!
    Bien por vos!

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